Ricardo Flores Magón «Los jefes»
No hay que ser masa, esto es, no hay que participar de los prejuicios, de las preocupaciones, de los errores, de las costumbres de las multitudes inconscientes. La masa tiene la firma creencia de que es necesario un jefe o un caudillo que esté a la cabeza, que la conduzca hacia su destino, que la lleve a la tiranía o a la libertad, la cuestión es que la guíe con caricias o salivazos, por la buena o por la mala.
Esta costumbre, tan arraigada en el ser humano, es fuente de inagotables males para la causa de la redención de la especie humana. La vida, la honra, el bienestar, el porvenir, la libertad, todo es puesto en las manos del hombre que la hace de jefe. Es el jefe el que tiene que pensar por todos, es el jefe el encargado del bienestar y la libertad de la masa en general y del individuo en particular; de lo que resulta que los millones de cerebros de la masa, no piensan, pues, que el jefe es el encargado de pensar por todos. Esto da lugar a que las masas se vuelvan pasivas, de que no salga de ellas ninguna iniciativa, y de que lleven a rastras una existencia de rebaño, halagado por los políticos y los aspirantes apuestos públicos en tiempos de elecciones, para apalearlo cuando éstas han pasado; engañando con promesas por los ambiciosos, en tiempos de acción revolucionaria, para premiar sus sacrificios con puntapiés después de la victoria.
No hay que ser masa; hay que ser conjunto de individualidades pensantes, unidas entre sí para conseguir fines comunes a todos; pero que cada uno, sea hombre o sea mujer, piense con su propia cabeza, que cada uno haga esfuerzos para dar su opinión sobre lo que es preciso hacer para alcanzar el logro de nuestras aspiraciones, que nos son otras que la libertad de todos fundada en la libertad de cada uno; el bienestar de todos, fundado en el bienestar de cada uno, y par llegar a esto, necesario es destruir lo que se le opone: la desigualdad, haciendo que la tierra, las herramientas, las maquinas, las provisiones y las casas, todo cuanto existe, ya sea producto natural o producto de la industria y de la inteligencia del hombre, pasen de las pocas manos que actualmente las tienen, a las manos de todos, hombres y mujeres, para producir en común, cada quien según sus fuerzas y aptitudes, y consumir cada quien según sus necesidades.
Fragmento de «Los jefes» 1912.
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